Chile ante una oportunidad irrepetible: Kast, el voto del cambio y el renacer de un país cripto-friendly
Chile llega a esta segunda vuelta con algo más que una elección presidencial. Llega con la sensación de que el país está frente a un nuevo punto de inflexión. Uno donde el mercado, la innovación y la tecnología dejan de ser discursos abstractos para convertirse en herramientas concretas de recuperación económica. Y dentro de ese paquete, hay un elemento que vuelve a tomar protagonismo: el ecosistema cripto.
La pregunta es simple:
¿Puede Chile unirse a la ola de países de derecha que han abrazado la libertad financiera, la digitalización y el uso de Bitcoin, stablecoins y blockchain como motores reales de crecimiento?
La respuesta, hoy, es más “sí” que nunca.
Kast no es Bukele… pero tampoco es un muro para cripto
Seamos claros. José Antonio Kast no ha salido a prometer BTC como moneda legal ni ha hecho campaña con un ledger en la mano. No es un maximalista. Pero eso no importa tanto como parece. Lo relevante es el espíritu económico con el que llega a segunda vuelta:
- Favorable al libre mercado.
- Atractivo para la inversión.
- Pro-empresa.
- Con intenciones de reducir impuestos a la inversión.
Ese perfil, más que cualquier declaración puntual sobre Bitcoin, es lo que suele permitir que un ecosistema cripto florezca sin obstáculos.
Así pasó en El Salvador (libertad económica + visión ejecutiva), en Argentina con Milei (libre competencia monetaria + desregulación), en parte en Panamá, y también en países europeos donde las derechas reformistas han bajado trabas y abierto la puerta a la tokenización.
Kast encaja en ese molde: no empuja la ola, pero no se le atraviesa.
Chile ya tiene la pista asfaltada: solo falta acelerar
A diferencia de otros países donde antes hay que construir el terreno, Chile ya tiene media tarea hecha:
- Ley Fintech moderna, que define criptoactivos y regula a los prestadores.
- SII supervisando exchanges, lo cual le da formalidad y seguridad jurídica al usuario.
- Tokenización institucional en marcha: el país está avanzado en RWA, facturación electrónica y modelos blockchain aplicados a activos financieros reales.
- Academia, banca y sector privado ya trabajan en iniciativas Web3 mucho más maduras que las del resto de la región.
Es decir: Chile no está improvisando.
Tiene el marco. Tiene el talento. Tiene la confianza de los mercados.
Falta lo que siempre falta en LATAM: un gobierno que no meta ruido, que no ahogue al sector y que entienda que blockchain no es moda, sino infraestructura para el siglo XXI.
Si Kast gana, ese ambiente podría darse de forma natural.
El “Chile cripto” no depende de decretos: depende de libertad
Los países que hoy lideran la ola cripto comparten dos características:
- Gobiernos pro-libertad económica, usualmente de derecha moderna.
- Burocracia reducida para operar en digital.
Cuando se juntan estas dos piezas, pasa lo mismo siempre:
llega capital, llegan exchanges, llega innovación, llega tokenización institucional, y el país se vuelve imán para fintech globales.
Chile tiene todo para entrar en ese club.
Necesita simplemente no retroceder y permitir que el ecosistema crezca por su propia inercia.
¿Puede Chile ser el “boom cripto” del hemisferio?
Global, probablemente no. Pero regional, sí. Y con fuerza.
¿Por qué?
- Porque Chile ofrece estabilidad, algo que hoy escasea.
- Porque su marco regulatorio es más claro que el de Colombia o Perú.
- Porque el sector económico ya mira a Chile como base para operar en el Cono Sur.
- Porque con un gobierno pro-mercado, la inversión extranjera vuelve sin miedo y empuja a fintech y Web3 con ella.
Si Argentina se enfoca en su propio caos y Brasil se enreda en regulación compleja, Chile podría transformarse en la “Suiza cripto” latinoamericana:
serio, predecible, seguro, amigable y atractivo para capital institucional.
Un futuro posible, y más cercano de lo que parece
La llegada de Kast no implica una revolución cripto. No será un giro drástico.
Pero puede ser el retorno a un camino de apertura, donde el mercado decide, la innovación respira y la tecnología deja de ser vista con sospecha.
Un Chile estable, pro-empresa, abierto al capital global y sin prejuicios sobre cripto puede convertirse en un punto de referencia en un continente lleno de incertidumbres.
Y en un mundo donde Bitcoin, stablecoins y la tokenización ya no son teorías sino infraestructura real, ese tipo de liderazgo vale oro.
Si Chile decide avanzar, no estaría imitando a nadie.
Estaría simplemente retomando su tradición histórica:
ser el país serio, eficiente y adelantado de la región.
Y esta vez, en versión blockchain.






