Si hace una década alguien hubiera dicho que empresas latinoamericanas serían protagonistas en Wall Street, pocos lo habrían creído. Pero el tiempo cambió las reglas: la región ya no solo exporta materias primas; también exporta innovación, banca digital y consumo masivo.
Hoy, diez nombres concentran ese nuevo poder: Mercado Libre, Nubank, Petrobras, Vale, Grupo México, América Móvil, Walmart de México, Ambev, Femsa e Itaú Unibanco.
El tablero se mueve desde el sur
Mercado Libre es el ejemplo más visible del cambio. Nació vendiendo artículos usados y terminó construyendo un ecosistema que abarca pagos, crédito y logística. Su logo brilla en el Nasdaq como símbolo de una región que aprendió a digitalizarse a su manera.
Sin embargo, el reto ya no es crecer, sino defender su terreno frente a Amazon o Shopee, que avanzan agresivos en la región.
Algo parecido ocurre con Nubank, la historia de un banco que nació sin sucursales y con una tarjeta morada que prometía libertad. En pocos años pasó de startup a gigante regional. Su éxito es innegable, pero su expansión hacia Estados Unidos plantea la pregunta: ¿puede seguir siendo “latino” un banco que ahora busca licencia norteamericana?
En el otro extremo del espectro tecnológico, los viejos titanes —Petrobras, Vale y Grupo México— siguen siendo el corazón de la economía real. Su poder depende del precio del petróleo, del hierro o del cobre, y por eso cada movimiento de China o de la Reserva Federal repercute en sus acciones.
Como dicen los analistas, Latinoamérica es parte de la transición energética global… pero también corre el riesgo de ser el proveedor barato de esa transformación.
Las marcas que marcan el día a día
Mientras tanto, en la vida cotidiana de millones de personas, otras compañías se vuelven casi invisibles de tanto que están presentes. Ambev con sus cervezas, Femsa con sus tiendas y farmacias, Walmart de México con sus pasillos llenos a fin de mes.
Estas empresas no solo venden; moldean hábitos y hasta cultura. En tiempos de inflación, saber mantener la fidelidad del consumidor es un arte. De ahí que sus resultados en Wall Street digan mucho sobre el pulso real del consumo latino.
En telecomunicaciones, América Móvil mantiene el dominio gracias a su red de fibra y 5G. Es la arteria digital del continente. Y detrás está aún la figura de Carlos Slim, recordatorio de que la vieja guardia empresarial no se ha retirado: se adaptó al siglo XXI.
El mapa lo completa Itaú Unibanco, el banco brasileño que se moderniza sin perder su esencia conservadora. A diferencia de Nubank, no promete revolución; ofrece solidez. En un mercado de tasas volátiles y política impredecible, eso también vende.
Luces y sombras de la oportunidad
Los analistas consultados por Bloomberg observan un consenso: más del 60 % de las recomendaciones son de “compra” para estas compañías. El capital internacional ve a la región como una mezcla rara de riesgo y oportunidad: volátil, sí, pero con crecimiento real.
Aun así, Jonathan Fortun, economista del IIF, recuerda que el contexto importa. Brasil se enfría, China compra menos, y el discurso del nearshoring ya perdió fuerza. Los resultados de las grandes corporaciones latinas están cada vez más atados a la salud de la economía global que a sus propios planes de negocio.
Invertir con cabeza fría
Apostar por estas diez acciones no es solo seguir modas bursátiles. Es apostar por la historia de América Latina en el nuevo orden económico. Cada una representa un pedazo distinto de esa narrativa: la fintech que democratiza, la minera que abastece al mundo, la cervecera que acompaña los buenos y malos momentos.
Como dice Fortun, “estas empresas no son simples equities individuales, sino puertas de entrada al apetito global por la región”. Quien las compre debe entender eso: su valor sube o baja al ritmo del dólar, de las tasas de la Fed y de los precios del cobre o del crudo.
El atractivo sigue ahí, pero ahora exige más lectura, menos intuición. Porque si algo caracteriza a los mercados latinoamericanos es su capacidad de girar bruscamente sin avisar. Y, aun así, cuando el viento sopla a favor, pocas regiones ofrecen tanta rentabilidad con tan poco glamour.
Quizás por eso Wall Street las mira cada vez con más atención: detrás de esos tickers hay mucho más que números. Hay 650 millones de historias, y un continente que, entre tropiezos y aciertos, aprendió a hablar el lenguaje del capital global.






